Creo en la igualdad de oportunidades para todos. En lo que me resulta difícil creer es en la igualdad de todos los seres humanos. Hay algunos más iguales que otros, así como los hay menos iguales. Porque se topa uno a cada imbécil cuyas únicas virtudes son una letrina por boca y una pobreza mental que se reduce a tres o cuatro insultos o palabrotas. Y encima interpretan el silencio de los demás como cobardía. Afortunadamente, cada vez son menos. Aumenta el desprecio y la indiferencia que los anula, que se compadece de esos congéneres que aún no bajan de las ramas para intentar caminar sobre sus pies. Quizás ya falte muy poco tiempo para su extinción. En un mundo donde el cambio es la norma esos primates no podrán sobrevivir. En una realidad cada vez más compleja es la prudencia y el respeto solidario los que determinarán que logremos alcanzar el futuro. Hasta entonces, ignoremos a quienes lucen por único argumento los gritos y los insultos. El silencio, en estos casos, es virtud, que no cobardía.
No hay comentarios:
Publicar un comentario