Y hay días grises, sin sol al amanecer. Días en que estás próximo al abismo, a caer en profundidades sin luces ni esperanzas. Es entonces cuando necesitas más de ti, cuando requieres aferrarte para sobrevivir a lo que perdiste, a lo que se fue sin adevertencias ni despedidas. Es cuando necesitas un rayo de luz, un retazo de fe, para agarrarte y sostenerte, para detener la caída, y volver a subir a la esperanza, a la idea de que el mundo es un lugar valioso a pesar de todo, a la fe que te ha sostenido hasta aquí y te sostendrá aún más allá de la decepción, del abandono y el dolor.Hay días grises, como cenizas y rescoldos de sueños muertos, es cierto. Pero hay, también retazos de luz y esperanza, dentro y fuera de ti, que te murmurarán casi como un susurro en el alma que puedes continuar, que vale la pena seguir...que siempre hay un camino que espera por ti para llevarte a nuevos paraísos, a ese Edén que nunca hemos perdido.
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